miércoles, 29 de mayo de 2019

Una flor sola




Una flor sola

Amapola… mi flor más querida.
Sostenida por la luz, ahí erguida.
¿Es por tu deseo estar tan sola?

¿Soledad es lo que anhelabas?
Tú sola amapola y tu roja esencia,
frágil, levísima, rotunda presencia.
Con esto basta si es lo que soñabas;
aterida pero libre, tú sola,
cimbreando con el viento, amapola.

¿O sueñas en secreto con otras flores?
Pues si tu soledad es abandono, olvido
de la vida, del mundo y sus colores,
no te ha de bastar con lo vivido.

Roja flor… mi flor más querida.
Sostenida por la luz, ahí erguida.
Ojalá seas feliz, una flor sola;
a mí me bastas discretísima amapola.


David Sánchez-Valverde Montero
Fotografía: Iñaki mendivi Armendáriz

jueves, 23 de mayo de 2019

Recuerdos



Recuerdos

No fui yo, lo prometo:
la mariposa azul otra vez…
Recordaba a una chica joven, pero
aquella mujer era otra persona
(y yo también);
a años luz de la indómita juventud
irresistible y cautivadora…

A duras penas podía yo adivinar
el brillante filo del antiguo deseo:
únicamente reflejos,
agotados destellos en la memoria.
Universos que un día se tocaron,
ahora no más que puntos remotos,

rutilantes,

desvaneciéndose,

silenciosamente,

en el espacio.



David Sánchez-Valverde Montero (Mi primavera contra el mundo)
Fotografía: Iñaki Mendivi Armendáriz

jueves, 16 de mayo de 2019

Soneto de la prisa y el hastío




Soneto de la prisa y el hastío


Inquieto, hastiado, agotado pensaba
el tiempo que veloz se consumía,
ese mar que alejaba todavía
mis deberes, de los pies que arrastraba.

Pues también de los del niño tiraba;
paloma árbol, todo le detenía,
fuente piedra, se va acortando el día,
¡qué sorpresa! Todo le deleitaba.

Mi ánimo vencido, de lodo espeso
estancado en la tarde y su calor;
fue mi niño entonces y posó un beso

en la piel de mi mano, y su candor
me recordó que no había más que eso:
su amor discreto, su poderoso amor.


David Sánchez-Valverde Montero
Fotografía: Iñaki Mendivi Armendáriz


sábado, 11 de mayo de 2019

Primer amor



Primer amor

Tendidos en un césped al abrigo de alguna sombra, fundidos en la oscuridad de un portal improvisado, enlazados sobre un banco de madera en una calle discreta. Nuestros labios se acercan, y están hechos del mismo tejido que los sueños. Un pulso cálido asciende desde el corazón y en la boca se concentra: tu sabor entra en mí y es ya tuyo mi sabor; pues quién eres tú, quién soy yo, si todo tu cuerpo se adhiere a mí y somos materia de amor.

Besos infinitos, nuestros rostros se devoran en un cáliz de almíbar, tu piel es una isla maravillosa, tu geografía un misterio sagrado. Entonces, el calor funde nuestras respiraciones y el tiempo se detiene, se muestra tal cual es: una ficción que da sentido al mundo, pero que puede suspenderse cuando una fuerza mayor lo arrastra a los confines del éxtasis.

Se repetirán otros vuelos, algunos fallidos y otros excelsos. Pero el primero... esa primera vez no en tocar una piel o probar unos labios, sino el primero en querer de veras, en sentir que se desea y ama hasta con la más recóndita célula. Ese amor que todavía, inconfesable, late en nuestra memoria. En algunos días, ya sabes, en esas tardes; o al trasluz de algunos sueños, también inconfesables.  


David Sánchez-Valverde Montero
Fotografía: Iñaki Mendivi Armendáriz

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