jueves, 16 de abril de 2020

Pasadas las 20 horas



Pasadas las 20 horas

            Salíamos la médica y un servidor de una visita domiciliaria. Los aplausos de todos los días hacía un rato que habrían cesado, pero justo al atravesar el portal hacia la calle parte del barrio rompió a aplaudir de nuevo, pues por lo visto nos estaban esperando al ver el coche de Urgencias estacionado.

            Me pareció una deliciosa lluvia fina, y aunque el pudor solo me permitió un leve gesto de gratitud antes de regresar al vehículo, confieso que me emocioné. Por supuesto, esos aplausos caídos de las alturas no mojaban solo mi piel; su eco alcanzaba a mucha más gente: confinamientos heroicos, desesperados, soledades de plomo, insoportables, los viejos y los niños castigados, cajeras exhaustas, repartidores molidos, insomnes camioneros, toda esa gente de la limpieza, olvidada, coches de policía, estelas azuladas… y muchas más sombras que mi ignorancia no nombra y se afanan tras el escenario, evitando el derrumbe, enfrentando el colapso.

            Fue maravilloso.


David Sánchez-Valverde Montero
Imagen: Iñaki Mendivi Armendáriz

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