martes, 27 de agosto de 2019

RIÑA ENTRE DOS NIÑAS



RIÑA ENTRE DOS NIÑAS

Prosa le dijo a Poesía, mirándola con desdén: Mira que eres remilgada, pomposa y hasta ridícula, con la falda de vuelo y tu pasear de puntillas. Y esa pose misteriosa, ocultando los ojos, diciendo verdades a medias y tu andar de mística loca.

Poesía se enfadó un poco, y echó una mano a la orejita como si no hubiera entendido bien. Le replicó con sarcasmo:

¡Oh! qué hosca hermana
que en suerte he de soportar,
su lengua, su trato, ¡qué desgana!;
si a pesar de sus hermosuras
apenas sí logra respirar
en su vestido azul sin costuras.

La madre de ambas, Literatura, se abrió paso por la disputa: ¿Por qué no hacéis algo juntas? Algo bello para variar…

Al cabo las dos hermanas se presentaron ante su madre, risueñas y algo azoradas pues aún se amaban un poco. Al unísono declamaron:

Si el vestido de ella a veces vuela muy alto, y el de la otra casi le hurta el aliento, tal vez tejamos juntas uno nuevo de finos tirantes, tela muy rica en detalles, corpiño ni holgado ni estrecho, falda de vuelos rasantes y una rima en el pecho.

David Sánchez-Valverde Montero 
Imagen: Iñaki Mendivi Armendáriz


miércoles, 21 de agosto de 2019



Cuando el caminar se siente niebla, lodo, nada...
me he de hallar en tus ojos, pues solo es verdad tu mirada.


Imagen: Iñaki Mendivi Armendáriz

martes, 13 de agosto de 2019

Cordura


Cordura

Salgo de paseo con mi cordura.
No es un cómodo caminar,
no es agradable, no lo es;
tira de mí sin descanso,
sin pausa lucha, pugna,
contra el aire arremete.
La sostengo a mi lado
con todo el ímpetu de mi cuerpo,
entre las manos
            la cadena de la voluntad.
Sigue intentándolo
una y otra vez,
casi me hace caer,
a veces trastabillo, pero
no la suelto, no la dejo ir…
            Ahora no.

En fin,
regreso a casa
y bajo llave la cuido,
en un arca custodiada
en una profunda trinchera
con piel de alambre de espino,
por dos dragones alados,
una espada de luz, virutas de fantasía,
por mi locura de vida incendiada
           y Cancerbero dormido.


David Sánchez-Valverde Montero (Mi primavera contra el mundo)
Fotografía: Iñaki Mendivi Armendáriz

martes, 6 de agosto de 2019

Zozobra



Zozobra (Esbozo de un imposible)

El bus urbano que me devuelve a casa tras el trabajo se detiene, y seguidamente bufa como un animal de carga. Fuera hace tanto calor que el aire parece haberse coagulado: a través del cristal las gentes en la parada apenas se mueven, alguno de ellos se levanta pesadamente para entrar en el vehículo, otros salen del autobús, también con lentitud, casi incandescentes nada más posarse sobre el asfalto. Todo vuelve a su quietud; la pausa se prolongará un poco más pues el conductor parece esperar al relevo.
La descubro entonces, en el margen derecho de mi mirada somnolienta: casi de perfil, sentada en un banco cercano a la marquesina. Parece esperar, o tal vez deja pasar el tiempo; ignorando el calor, los pasos de los viandantes que ocultan su silueta por un momento, indiferente también a mis rutinas, a mis ojos que intentan sostener el instante que ella habita. No se muestra, no se mueve apenas, no alcanzo a ver el resto de su anatomía pues mi asiento está alejado del cristal y no me parece oportuno asomarme como una bestia sedienta. Así que habrá de bastar. Si tan solo se ladease un poco: apenas el resto de sus labios, tal vez una mirada esquiva, algo, algo más que ese perfil ideal y las míseras transparencias que serpentean en su pamela.
¿En qué estará pensando su alma de mujer? ¿Qué habrán visto esos ojos? ¿Cómo será un periplo por su piel? Una extraña zozobra me invade a medias entre el placer y el dolor: la posibilidad de un horizonte y por el contrario mis pies encadenados, mis alas rotas. Aquí dentro de este autobús, sin coraje para equivocarme, correr el riesgo de un salto impreciso y una nueva derrota.
Un hombre aparece y se sienta junto a ella: algo sin nombre colapsa, se extingue dentro de mí. Tampoco ahora me ofrece su rostro, pues se funden ambos en un beso largo y profundo. La cara del amante sí me alcanza; y aunque por un instante lo creo posible, no soy yo. Recuerdo haber besado así. Hace mucho tiempo…
El vehículo despierta y me arroja de nuevo a mi vida. Sé que lo que acaba de morir una vez más en mi interior sí tiene nombre: es la alegría de vivir. Pero al menos esta vez la soledad no será la única compañera que regrese a casa junto a mí; pues unas ondas suaves, sutilísimas, recorren ya mis sienes y revelan la belleza, la zozobra de sentirse vivo.

Texto: David Sánchez-Valverde Montero (davidsanchezvalverdemontero.blogspot.com)
Argumento y fotografía: Iñaki Mendivi Armendáriz.

viernes, 2 de agosto de 2019

Silencio



Silencio

¿Quién soy?
¿Dónde me llevan los vientos?
Perdido en un extravío,
aterrado por momentos.
Oteando el futuro desde atalayas
y en simas velando arrepentimientos,
dudas, miedos, deseos canallas…

Sé que los muros no detendrán
ni a las sombras de los otros
ni a mi propia oscuridad.

Y entonces, silencio:
un litoral conocido, un faro en el olvido.
Al igual que los demás,
desde que hube nacido,
regresar, regresar, regresar…

Parece lo más difícil:
partir para retornar,
aprender, ¡aprender a vivir!,
recordar quién hemos sido.

El    largo    camino    al    hogar.


Fotografía: Iñaki Mendivi Armendáriz

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