lunes, 20 de abril de 2020

Pandemia



Pandemia 

Son algo más de las once de la noche. Regreso a casa tras el trabajo. Surco la urbe por sus arterias como una célula desorientada. El ronroneo de mi vieja moto me acuna. La oscuridad de la noche es violentada de múltiples formas: haces luminosos de farolas gigantescas, luces de semáforo, inútiles, monstruosas avenidas desiertas, el yermo silencio de la noche inhabitada.

           Dejo el vehículo dormitando en el garaje. Salgo al exterior y camino por la calle que conduce a mi casa. Mis pisadas, la respiración, el sonido del cascabel que siempre llevo prendido en el bolso. El aire parece haberse detenido, de algunas ventanas iluminadas no me alcanza rumor alguno. Entonces, busco desesperado algún sonido, cierto latido que indique que alguien más puebla el mundo. ¡Espera!, consigo captar una vibración…: tal vez el vacío de mi consciencia, quizá el susurro de las estrellas.

           Es bello; y a la vez aterrador.

David Sánchez-Valverde Montero
Imagen: Iñaki Mendivi Armendáriz




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