jueves, 16 de mayo de 2019

Soneto de la prisa y el hastío




Soneto de la prisa y el hastío


Inquieto, hastiado, agotado pensaba
el tiempo que veloz se consumía,
ese mar que alejaba todavía
mis deberes, de los pies que arrastraba.

Pues también de los del niño tiraba;
paloma árbol, todo le detenía,
fuente piedra, se va acortando el día,
¡qué sorpresa! Todo le deleitaba.

Mi ánimo vencido, de lodo espeso
estancado en la tarde y su calor;
fue mi niño entonces y posó un beso

en la piel de mi mano, y su candor
me recordó que no había más que eso:
su amor discreto, su poderoso amor.


David Sánchez-Valverde Montero
Fotografía: Iñaki Mendivi Armendáriz


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