Primer
amor
Tendidos en un césped al
abrigo de alguna sombra, fundidos en la oscuridad de un portal improvisado,
enlazados sobre un banco de madera en una calle discreta. Nuestros labios se
acercan, y están hechos del mismo tejido que los sueños. Un pulso cálido
asciende desde el corazón y en la boca se concentra: tu sabor entra en mí y es
ya tuyo mi sabor; pues quién eres tú, quién soy yo, si todo tu cuerpo se
adhiere a mí y somos materia de amor.
Besos infinitos, nuestros
rostros se devoran en un cáliz de almíbar, tu piel es una isla maravillosa, tu
geografía un misterio sagrado. Entonces, el calor funde nuestras respiraciones
y el tiempo se detiene, se muestra tal cual es: una ficción que da sentido al
mundo, pero que puede suspenderse cuando una fuerza mayor lo arrastra a los
confines del éxtasis.
Se repetirán otros
vuelos, algunos fallidos y otros excelsos. Pero el primero... esa primera vez no
en tocar una piel o probar unos labios, sino el primero en querer de veras, en
sentir que se desea y ama hasta con la más recóndita célula. Ese amor que
todavía, inconfesable, late en nuestra memoria. En algunos días, ya sabes, en
esas tardes; o al trasluz de algunos sueños, también inconfesables.
David Sánchez-Valverde Montero
Fotografía: Iñaki Mendivi Armendáriz
David Sánchez-Valverde Montero
Fotografía: Iñaki Mendivi Armendáriz
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