Prosa
le dijo a Poesía, mirándola con desdén: Mira que eres remilgada, pomposa
y hasta ridícula, con la falda de vuelo y tu pasear de puntillas. Y esa pose
misteriosa, ocultando los ojos, diciendo verdades a medias y tu andar de
mística loca.
Poesía
se enfadó un poco, y echó una mano a la orejita como si no hubiera entendido
bien. Le replicó con sarcasmo:
¡Oh! qué hosca hermana
que en suerte he de
soportar,
su lengua, su trato, ¡qué
desgana!;
si a pesar de sus
hermosuras
apenas si logra respirar
en su vestido azul sin
costuras.
La madre de ambas, Literatura,
se abrió paso por la disputa: ¿Por qué no hacéis algo juntas? Algo bello para variar…
Al cabo las dos hermanas
se presentaron ante su madre, risueñas y algo azoradas pues aún se amaban un
poco. Al unísono declamaron:
Si el vestido de una a
veces vuela muy alto, y el de la otra casi le hurta el aliento, tal vez tejamos
juntas uno nuevo de finos tirantes, tela muy rica en detalles, corpiño ni
holgado ni estrecho, falda de vuelos rasantes y una rima en el pecho.
David Sánchez-Valverde Montero