Nada más (Las cosas que)
Te incorporas por la
mañana y apoyas los pies al borde de la cama. El suelo es escarcha, y te
preguntas quién eres y en qué mundo has despertado. El agua fría sobre tu cara
arrastra los rescoldos del sueño en su caída. Después sales poco a poco a la
vida. Discurre el día y una vez más te asombras por no haberte extraviado en su
laberinto. Pero hoy al regresar a casa, descubres el otoño en los árboles, una
falda estampada te cautiva en su vuelo, un bebé al paso te sonríe con todo el
rostro, y otra vez el otoño; hojas entreveradas, algunas ya rojas, de todas las
tonalidades que el rojo es capaz en su despliegue, penden en las ramas o
tapizan la acera. Coges una de ellas y la elevas al trasluz: te maravilla cómo
es posible semejante geometría, el diseño lógico, gratuito, fugaz.
Alcanzas tu hogar. Ya
acostado, tus ojos recorren la tinta de un libro gastado; la imaginación planea
con los sueños de otros, que se confunden con los tuyos, hasta que la noche te
vence. Es extraño, piensas antes de caer dormido, pero las cosas que te salvan
la vida todos los días, no sirven para nada más.
David Sánchez-Valverde Montero
Fotografía: Iñaki Mendivi Armendáriz
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