Un cuarteto, un serventesio y dos pareados inútiles
Pues ya lo intentaron Lope y Quevedo,
atrapar al amor en un soneto;
no aspiro ahora a tanto, lo prometo,
y suelto este cuarteto no sin miedo.
Lope, es dar el alma a un desengaño.
Quevedo, hielo abrasador, frío fuego.
¿Y qué diré de ese sabroso daño,
el impulso imparable, insano juego?
Que no puedo, no, parece imposible
hacerlo definir, concepto asible,
y antes que escribir este mal remedo,
sueño el arte de Lope y de Quevedo.
David Sánchez-Valverde Montero
Fotografía: Iñaki Mendivi Armendáriz
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