martes, 28 de enero de 2020

Infraleve




Infraleve

Marcel Duchamp, el artista francés que abandonó su obra para dedicarse a jugar al ajedrez, denominó infraleve a un compendio abierto de fenómenos que por fugaces y sutiles suelen pasar inadvertidos. Acontecimientos que siempre nos acompañan, que vertebran el mundo con su humilde pulsación, que tal vez lo salven cada día; pero no se depositan, simplemente suceden y pasan.

Para el paseante avezado que transita las calles en pos de un instante intercalado en el tiempo, puede ser el momento previo a que una paloma eche a volar, el filo de la luz hendiendo la niebla, las huellas de un desconocido sobre el barro, el vapor que una boca libera en medio del frío. Y también para el que vive, para cualquiera que se detenga y sienta: los copos de nieve, su descenso musical, la señal tibia de un cuerpo que el amor ha dejado en tu cama, el instante que antecede al final de un beso, justo cuando los labios se separan, el efímero remolino de hojas y de inmundicias con los que el viento juguetea, tu ansiedad al colarte en el último momento por la puerta que ya se cierra en el bus, el eco de una caricia entre el cabello que no puedes retener, su descarga de placer que se atenúa, la intermitencia del semáforo a través de un cristal mojado, el calor que te acoge al cruzar el umbral del hogar, los pasos atenuados de tu hijo en el pasillo, la templada cercanía de un perro que duerme…

 Todas esas cosas, que nos siguen, nos rodean, nos sostienen.   

David Sánchez-Valverde Montero
Fotografía: Iñaki Mendivi Armendáriz

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