Parábola (Pequeña
historia del fin)
“No
conocerían el nombre del bien si su opuesto no existiera.”
Heráclito
El genio azul le buscó
los ojos tras larga espera:
¿Esto es entonces, por
encima de todo, lo que más deseas?
La niña lo miró también y
abrazó su suerte:
Eso es, genio, no más
dolor, ni lucha ni muerte,
no más miedo ni mal, solo
amor, solo bien.
Sea así, dijo él.
El coloso pareció dudar,
titubear de algún modo; pero al fin, de su mano, se hizo el prodigio. Y la niña
daba saltos, de alegría embelesada, con las manitas tapándose la boca,
aguardando una nueva vida sin cargas ni espadas. Pero al poco, el verde
esmeralda que había manado de entre los dedos del genio, se tornó gris ceniza y
dispersaba en el aire todo lo que iba tocando: las gentes asustadas, las
grandes montañas, el cielo y la negra tierra, hasta el mismo genio azul
desapareció… y por último la niña, que ya no brincaba, pues con su sombra
emborronada también se extinguía el mundo.
David
Sánchez-Valverde Montero
Fotografía:
Iñaki Mendivi Armendáriz
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