Prodigio
La luz se divierte.
Se abraza, se funde,
desdobla los colores,
vertiginosa pulsación.
Ya en los primeros albores
trazando las rutas del cosmos,
dibujando nebulosas,
seduciendo a la materia
con sus besos de color.
¡Tú, fulguración poderosa!
que te curvas con cada ola
y matizas los azules,
los del cielo, los del mar,
y hasta el verde de unos ojos,
que son como selva esmeralda,
pura magia vegetal.
También pintas los desiertos,
los mil tonos en las dunas;
y cuando de jugar te fatigas,
duermes en los abismos
o asciendes hecha montaña
y en la nieve te reflejas.
Luego en la noche de la ciudad
espejas la piel de la luna
y en la calles oscuras
se abren tus dedos de neón.
Prendes estelas en la vida
y nos abrazas sin más razón
que ofrecerte tú, ser por ser,
fluir así sin desvelo;
que hasta el agua de un charco
pueda en tu prodigio afirmarse,
ser a la vez luz,
y
ser cielo.
David Sánchez-Valverde Montero.
Fotografía: Iñaki Mendivi Armendáriz
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