FATIGA (Exégesis de un instante)
“Acudió a su memoria una
expresión de sus años de estudiante: fatiga de los materiales. Fallas en las
estructuras de objetos concebidos para perdurar en ciclos inmensos de trabajo y
tensión, sometidos a fricción, erosión, corrosión, alternancia de temperaturas.
Grietas que atenazaban y devoraban la función de máquinas de alta precisión y
excelente rendimiento. Fatiga de los afectos. Por qué no. ¿Acaso el corazón, y
no solo en un sentido físico, entendido como un motor, sino también considerado
como el asiento del cariño, fracasaba del mismo modo?” (Homo Lubitz. Ricardo Menéndez Salmón)
Una mujer joven,
cualquiera y única a la vez, sostenida en el momento de un acto rutinario, casi
inconsciente. Produce vértigo mas todo lo intuido en la cita prestada del
brillante escritor asturiano, es aplicable a la muchacha de la imagen así como
al muro que la guarece. Quizá no seamos solo materia, pero atados a ella
transitaremos por este mundo. Y la materia se cansa, se desgasta y a veces,
encaja severas derrotas. El muro en primer plano, parece reírse del tiempo y
tal vez también de la joven, de su juventud insolente que tampoco (y tan poco)
durará. Esa mujer a la que asimismo acuciarán, como a la piedra, fisuras leves
al principio, sombras de humedad, verdes trazas de esperanzas baldías. Será
amada y amará, a veces no al mismo tiempo; perderá el aliento y sufrirá el
cansancio, despertará otras tantas veces del engaño de Cupido, el hastío
logrará alcanzarla sin duda y su corazón flaqueará. Pero un latido cubre al que
le precede. Y llegará a olvidar, o casi, derrotada pero no vencida, con una
herida más, como la roca fatigada y orgullosa.
En fin, fatiga de los
materiales, derrotas del corazón.
David Sánchez-Valverde
Montero
Imagen: Iñaki Mendivi
Armendáriz
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