El bien
“… el verdadero enigma de
la vida se manifiesta por el hecho de que, a pesar de todo, la bondad exista.”
(Ricardo Menéndez Salmón. No entres dócilmente en esa noche quieta)
Un pavoroso escalofrío, un destello
de lucidez aterradora, me traspasó cuando esa conjetura extraña se posó en mí.
¿Y si el mal no fuera una anomalía? ¿Podría ser en cambio un eje vertebrador,
el ímpetu preponderante, la norma, la trama, algo que casi siempre mora en el
corazón de lo humano?
Entonces
el bien sería una suerte de prodigio, una deslumbrante excepción; la bondad
como una joya cara, planta exótica, fulgor huidizo, ilógica pulsión. Y es que
el bien cuando irrumpe en su genuino valor, no espera nada, nada pide, acontece
sin más, y su paso deja un aura de brillo irreductible, cegador por un
instante: portento leve y poderoso, como el agua clara.
David Sánchez-Valverde Montero
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