miércoles, 25 de septiembre de 2019
Presente
Presente
Qué ingravidez, qué descanso,
dejar caer la esperanza:
ver cómo se hace añicos…
o soltarla hacia el cielo,
lejos, muy lejos,
hacia las inmóviles esferas.
No tengo tiempo para ella,
el presente exige demasiado,
encadena a sus urgencias,
aplasta mis ensoñaciones,
se ríe de mí,
de mi ego y sus quimeras,
me zarandea en el aire,
y agita su bandera
de imperativo insoslayable.
David Sánchez-Valverde Montero (Mi primavera contra el mundo)
Imagen: Iñaki Mendivi Armendáriz
jueves, 19 de septiembre de 2019
Hacer de Dios
Hacer de Dios (Metafísica en torno a una planta de
tomate)
Ahí estaba yo, entre varias tomateras greñudas y
desaliñadas. Las ramas de algunas se estiraban hacia los lados, otras pendían a
punto de tocar el suelo, las había que desafiaban abiertamente la vara que a
modo de tutor procuraba no se torciesen demasiado. Las hojas resultaban ásperas
al tacto, pero por el contrario, cuando enredabas un poco entre la planta, te
envolvía un aroma cítrico delicioso.
Pues eso, que con una navaja que hacía las veces de
tijera de podar, no adivinaba yo por dónde cortar, cómo aligerar a la planta,
de qué manera favorecer su despliegue. Apareció entonces aquel hombre por la
puerta del invernadero: un hortelano de veras, raíces de tierra, pasos sabios
cruzando los bancales, movimientos exactos, casi espontáneos, trazas de verde y
tierra entre los dedos, en los callos y bajo las uñas. Me sonrió ampliamente
como siempre, pues entendía con solo mirar. Tienes que hacer un poco de Dios,
me dijo. Ya sabes, dejar ser aquí, cortar allá, guiar un poco a la planta,
enderezarla si parece que se desvía demasiado… Tranquilo; lo harás bien.
“Hacer un poco de Dios”... Pensé en mis hijos. Así que esto
es lo que hacíamos… dejar ser, cortar, guiar, enderezar. Hacer posible que todo
eso que ya duerme en la semilla, abra las alas de una flor.
Algún día.
David Sánchez-Valverde
Montero
Imagen cortesía de Iñaki
Mendivi Armendáriz
domingo, 15 de septiembre de 2019
Mi sospecha
Mi sospecha
Además de mí,
hay al menos alguien más.
Está el de siempre,
el que siempre pensé único:
el que a veces ríe y goza,
el que muchas más sufre y aun llora,
el que se indigna y se siente herido,
ofendido, casi profanado,
ninguneado, insultado…
pero también orgulloso,
adulado, admirado, amado.
Desde un tiempo ha intuyo,
casi diría que sé,
que hay algo más ahí:
una pequeña luz,
en el oscuro vacío abisal
que late mi sospecha.
Algo invulnerable, inmutable,
mucho más antiguo que mis huesos;
una entidad que sabe
lo que solo a veces mi intuición susurra,
cuando rozo el silencio y aplaco el ruido,
la confusión, el caos…
y la furia.
David Sánchez-Valverde Montero (Mi primavera contra el mundo)
Imagen: Iñaki Mendivi Armendáriz
sábado, 7 de septiembre de 2019
Fatiga
FATIGA (Exégesis de un instante)
“Acudió a su memoria una
expresión de sus años de estudiante: fatiga de los materiales. Fallas en las
estructuras de objetos concebidos para perdurar en ciclos inmensos de trabajo y
tensión, sometidos a fricción, erosión, corrosión, alternancia de temperaturas.
Grietas que atenazaban y devoraban la función de máquinas de alta precisión y
excelente rendimiento. Fatiga de los afectos. Por qué no. ¿Acaso el corazón, y
no solo en un sentido físico, entendido como un motor, sino también considerado
como el asiento del cariño, fracasaba del mismo modo?” (Homo Lubitz. Ricardo Menéndez Salmón)
Una mujer joven,
cualquiera y única a la vez, sostenida en el momento de un acto rutinario, casi
inconsciente. Produce vértigo mas todo lo intuido en la cita prestada del
brillante escritor asturiano, es aplicable a la muchacha de la imagen así como
al muro que la guarece. Quizá no seamos solo materia, pero atados a ella
transitaremos por este mundo. Y la materia se cansa, se desgasta y a veces,
encaja severas derrotas. El muro en primer plano, parece reírse del tiempo y
tal vez también de la joven, de su juventud insolente que tampoco (y tan poco)
durará. Esa mujer a la que asimismo acuciarán, como a la piedra, fisuras leves
al principio, sombras de humedad, verdes trazas de esperanzas baldías. Será
amada y amará, a veces no al mismo tiempo; perderá el aliento y sufrirá el
cansancio, despertará otras tantas veces del engaño de Cupido, el hastío
logrará alcanzarla sin duda y su corazón flaqueará. Pero un latido cubre al que
le precede. Y llegará a olvidar, o casi, derrotada pero no vencida, con una
herida más, como la roca fatigada y orgullosa.
En fin, fatiga de los
materiales, derrotas del corazón.
David Sánchez-Valverde
Montero
Imagen: Iñaki Mendivi
Armendáriz
lunes, 2 de septiembre de 2019
Poesía
Poesía
No me gusta la poesía,
pero adoro observarte dormida.
Tu tibia belleza en el lecho:
frágil, indefensa,
apacible, poderosa.
Cosa de dementes es la poesía,
de gentes que miran fijamente a la luna.
Pero paso los minutos observando
la caída de los segundos,
su colapso en el tiempo,
mientras Cronos, inexorable,
sonríe de soslayo.
Veo cómo, a través de la ventana,
languidece con suavidad el día:
una lámina radiante
primero anaranjada,
envuelve el horizonte
entre las últimas luces…
y un puñado de nubes rotas.
Seguidamente verde turquesa
sobre un halo casi extinguido,
y finalmente azul, azul y gris,
gris y negro. Noche.
De ociosos es la poesía,
nido de futilidad,
bosquejo de sueños,
pero persevero cada día
en restar crueldad al mundo,
la falsa moneda, impostura
en la mirada del humano.
No me hables de poesía,
porque en verdad moriría
por verte aparecer de entre la gente:
una mariposa azul,
en la tormenta del azar,
batiendo sus alas en el caos aparente,
deshilvanando los sueños
que yo sueño.
David Sánchez-Valverde Montero (Mi primavera contra el mundo)
Imagen: Iñaki Mendivi Armendáriz
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